Diluvio antológico insiste cual proeza,
maniático extraño y bienvenido,
molusco que taladra mi cerebelo,
donde quiera que valla las imágenes sumergen,
las aves nadan bajo el agua y los peces vuelan,
un paso adelante doy, me muevo, caigo, sonrío;
emerjo y trasciendo como ola sobre proa,
y el titilo de segundos exacerba
como el caldo del ritmo surcando un tic nervioso
y bebo un café en honor a ocio claustrofóbico
de la risa y la ciencia de los límites extraños
como algo ilimitado en el tedio fantasmagórico
de la luz multicolor que vuelve en sí a su círculo:
eterna y finita al mismo tiempo.
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