jueves, 26 de abril de 2012

Conflicto.

Cuando quise invocarte, los ángeles me miraron como el ser que temía  a los deseos más bajos y asquerosos. nos vio el sol cuando tapábamos con sombras la sangre que hicimos derramar con nuestros pensamientos. Me siento el resultado de una regurgitación hecha por quien comió cadáver y masticó defecación. Los ángeles, ¿cuáles ángeles serán? no lo sé, pero eran los impostores en mi memoria y mis entrañas. Militan en los anhelos más sucios y desvirtúan la libido, postran los sueños y amasan con manos sangrientas las pieles de los no-amados y de los que no aman; sientes el morbo de acuchillar sus pectos y exacerbar sus vísceras con la más cuantiosa reprimenda de amor retorcido que sienta la noche por mí, la noche sin astros, nublada por sombras grises y erecciones fuertes: perturbación, irritación, exacerbación, demencia, sofocación, excitación, felación, náuseas, vomito, remordimiento temporal que volverá cuando la sangre irrigue mi genital y mis labios resecos ansíen el agua cristalina que no he de beber hace años. Habré de llorar, mientras copule y mis orgasmos serán como orinar agujas; cuando su carne me incite a la cópula y al tacto, pero entre su pecho no haya sonido alguno, no haya matiz, ni ritmia.

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